Oriundo de la Ciudad de Santiago de Tunja – Boyacá (Colombia), nació el 12 de octubre de 1968, Bachiller del Colegio de Boyacá de Tunja; Abogado egresado en la Universidad La Gran Colombia, A Estancias Postdoctorales en el Departamento de Derecho Constitucional de la Universidad de Navarra, Pamplona, España, como Becario de la Fundación Carolina; Estancia Certificada de Investigación Postdoctoral en el Departamento de Historia Medieval, Moderna y de América de la Universidad del País Vasco, Doctor Magna Cum Laude en Derecho Canónico, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá; Magíster en Relaciones Internacionales, de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, D.C.; Magíster en Derecho Canónico, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, D.C., Especialista en Derecho Canónico, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, D.C., Especialista en Bioética, Universidad de La Sabana, entre otras más especialidades y estudios complementarios; además es Historiador, Investigador, Escritor y actualmente se desempeña como Director del Programa Común de Humanidades y del Departamento de Historia y Estudios Socio Culturales en la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad de La Sabana, así como Miembro Correspondiente de las Academias de Historia Eclesiástica de Colombia, de Boyacá y de Bogotá, D.C.

Gracias a su conocimiento, aporte y experiencia, el Jurista Doctor HERNÁN ALEJANDRO OLANO GARCÍA, defendió con firmeza y contundencia la salvaguarda de nuestro patrimonio cultural inmaterial, logrando obtener un precedente de carácter jurisprudencial frente a la celebración de la Semana Santa de Tunja; por tal razón, la SOCIEDAD DE NAZARENOS DE TUNJA, hace un especial reconocimiento y exalta la labor de este ilustre Ciudadano Tunjano.

Con sentimientos de aprecio y agradecimiento.

Comité Ejecutivo

Sociedad de Nazarenos de Tunja

En esta Semana Santa comprometámonos con el amor poderoso de Nuestro Padre Dios; a dejarnos transformar en personas nuevas, que buscan la construcción y crecimiento de familias buenas, unidas y formadoras de una “Sociedad de Paz”.

Gracias a nuestro Padre Celestial por regalarnos un “Tiempo de reflexión”, en donde tenemos la oportunidad de experimentar y reconocer el amor misericordioso de Jesús; quien entregando toda su humanidad en una cruz nos conmueve y anima a ser hombres nuevos, revestidos de su justicia y amor infinito.

Como pueblo de fe y unidos en el amor de Jesús, dedicamos esta Semana Mayor al perdón, a la vida y al don de la santidad bajo la protección de la Santísima Virgen María, quien nos da la seguridad de conseguir la recompensa celestial.

Por tu pasión y muerte, Jesús, ayúdanos a vivir fortalecidos en tu amor y fe, para formarnos como un pueblo de Dios, una comunidad que respeta y valora a sus semejantes, que se regocija en tu alegría y entrega, que promueve la paz en sus actos y que se forma en tus enseñanzas.

La Semana Mayor nos congrega de muchas formas, desde nuestra vida, con la familia, en comunidad y en sociedad; somos una ciudad que da y recibe, bendecida por todo lo que nos rodea, nuestro espíritu y unión han permitido que nuestras tradiciones formen ciudadanos de bien.

Que este tiempo, sea un tiempo dedicado a la voluntad de hacer y vivir en paz, con gratitud profunda de todo lo que somos y con el corazón humilde para perdonar y ser perdonados.

Pablo Emilio Cepeda Novoa

Alcalde Mayor de Tunja
Mons. Luis Augusto Castro Q.

Jesús fue llamado Nazareno porque se pensaba que hubiese nacido allí. El hecho es que vivía en Nazaret. Pero hablar del nazareno no es sencillamente hablar del lugar donde se pensaba que había nacido. Nazareno es el que sigue a Jesús de Nazaret como su discípulo. El título de Nazareno y el título de discípulo coinciden. Seguirlo quiere decir muchas cosas.

En primer lugar, quiere decir haber recibido el don de la fe para creer en Jesús. Jesús quería que sus discípulos fuesen hombres de fe. Por eso en más de una ocasión les dijo: “Hombres de poca fe” (Mc 4,40; Lc 16,5). Esa expresión no la merecemos todos y la Semana Santa es ocasión para crecer en la fe. Por eso, unámonos a aquel papá que le decía a Jesús: Aumenta mi fe.

En segundo lugar, ser discípulo implica un apego especial a la persona de Jesús a quien se reconoce como el Maestro. No es un apego a una doctrina sobre Jesús, a una devoción particular relacionada con algún hecho de la vida de Jesús sino es un apego personal a él, persona viva que me llama y yo le respondo siguiéndolo como su discípulo, unido a él.

En tercer lugar, quiere decir seguir por el camino de Jesús. Jesús va adelante y nosotros lo seguimos. Por eso, no es que él haga un camino y nosotros nos inventamos otro camino si se quiere paralelo al suyo. Lo seguimos por su mismo camino. Cuando hay un Vía Crucis como en el Viernes Santo seguimos el camino de la cruz no un camino hecho a capricho por nosotros.

En cuarto lugar, quiere decir que nos damos cuenta de que lo necesitamos como la uva requiere de la vid, como la planta necesita del agua. Jesús decía: Sin mí no pueden hacer nada (Jn 15,5), e insiste en que permanezcamos en Él y Él en nosotros. Pues bien, un discípulo sabe que no puede hacer menos de Jesús.

En quinto lugar, un discípulo es llamado a trabajar por el evangelio. Y es importante entender una distinción: Una cosa es trabajar por el evangelio y otra es hacer triunfar el evangelio en los corazones, el propio y el de los demás. Nosotros trabajamos por el Evangelio y lo hacemos con entusiasmo, con inteligencia, con sacrificio y fe. Pero solo Jesús hace triunfar el evangelio con la fuerza del espíritu en los corazones. Por eso debemos estar en comunión con Cristo. En el momento en que creamos que somos nosotros los que debemos hacer triunfar el Evangelio, nos volvemos exigentes y creemos que todos los medios son buenos para hacer triunfar el evangelio, nos volvemos fariseos.

Estimados nazarenos: Tengamos muy presentes estos cinco punticos para ser de verdad nazarenos, personas de fe que siguen la persona de Jesús y viven en comunión con él para que la Buena Noticia triunfe en nuestro mundo y en cada corazón.

Mons. Luis Augusto Castro Q.

Arzobispo de Tunja
Dra. Ana Carolina Espitia Jerez

En Semana Santa con los ojos de la fe, haciendo de este un tiempo para reflexionar, a través de los emblemáticos paisajes que componen su territorio, disfrutando de sus pintorescas poblaciones y admirando sus majestuosos templos, hasta descubrir que las tradiciones religiosas boyacenses se convierten en una cita con la paz, el recogimiento y la fe.

Son 123 municipios que abren sus puertas a la oración, para brindar a propios y visitantes las más representativas expresiones del patrimonio cultural: artesanías, gastronomía, cantos, cofradías, templos, monumentos y arte, entre otros.

La cita en Boyacá es para no perderse la oportunidad de reconocer la magia de las tradiciones, por eso la invitación a quienes recorran nuestro Departamento, es a que visiten la Semana Santa más antigua de Colombia, la cual se realiza en Tunja, donde los pasos están aderezados con la historia de su tallaje que data del siglo XVI y XVII, con templos propios de la vida colonial y calles que, para esta época, adquieren el olor del incienso.

Una forma extraordinaria de sentir la Semana Santa es ver pasar las procesiones realizadas por los nazarenos, que es la comunidad que resguarda la Semana Mayor, familias enteras que componen las cofradías, ya sea como penitentes o priostos, hombres apasionados por el evangelio, quienes lo convierten en su estilo de vida.

Visitar los templos de la capital boyacense y admirar cada uno de los capítulos de la historia de Jesús, mientras se escuchan los cantos, que año a año se dan cita en sus rincones, son la razón precisa para saber que, sin duda alguna, en Boyacá se vive la fe y la paz.

Dra. Ana Carolina Espitia Jerez

Secretaria General - Gobernación de Boyacá